Queda paralizado del cuello para abajo después de comer un sándwich de queso en vacaciones

0
183
Huaral Pe

Malcolm y su esposa Janis fueron de vacaciones a Turquía. Allí, él tuvo una intoxicación alimentaria. Las consecuencias fueron inusualmente catastróficas.

En septiembre del año pasado, Malcolm Brown, de 71 años, viajó con su esposa a Kusadasi por dos semanas. Allí, él y un amigo compartieron un queso que compraron en un supermercado y con el que hicieron sándwiches.

Tras eso, ellos dos tuvieron síntomas de intoxicación alimentaria. Janis, que no tocó el queso, estaba perfectamente saludable.

Esto, que parecía una anécdota vacacional como cualquier otra, se transformó en una verdadera pesadilla al volver a casa. De regreso en Edimburgo, Malcolm empezó a tener síntomas muy extraños.

Recuerda que primero empezó a sentir las piernas débiles, y un hormigueo en sus dedos. Luego tuvo una caída al salir de su auto. 

Al principio supuso que sería un caso de deshidratación. Pero rápidamente notó que, en lugar de reponerse, se estaba deteriorando, y la parálisis avanzaba.

«Nunca creí que podría pasarme algo así»

Él, que jugaba regularmente al golf y era un hombre activo y movedizo, de golpe no podía siquiera sostener una cuchara. Tuvo que ser llevado a un hospital, donde encontró la respuesta a lo que ocurría.

Lo suyo era un caso del síndrome Guillain-Barre, una enfermedad autoinmune neurológica. Supo que si bien se desconoce el origen de la patología, es habitual que el detonante de un episodio sea una infección digestiva, respiratoria o un episodio de intoxicación alimentaria.

Debido a las restricciones por el covid-19, Malcolm y su familia tuvieron que pasar las últimas fiestas sin contacto. Él tampoco puede operar un teléfono celular, así que la opción habitual para otros pacientes hospitalizados de mantenerse al habla con sus seres queridos por medio de videollamadas le estaba vedada.

Fue su esposa quien, gracias a una sugerencia de una organización que brinda apoyo a pacientes como su marido, consiguió el dispositivo operado remotamente por voz que Malcolm usa ahora para comunicarse con el exterior. Y muy de a poco, Malcolm, que había quedado paralizado del cuello para abajo, comienza a recuperarse.

«No creí que fuera a llevarme tanto tiempo recuperarme, pero soy una persona optimista y no me deprimí ni caí en tenerme lástima», dice él. «No creo que vaya a volver a ser tan activo como antes, pero nunca dejaré de tratar de mejorar, no me daré por vencido».

Huaral Pe