Es un desfile.
Se inició un 20 de septiembre con el nombre Alpha.
Ya en diciembre del 2019 la Organización Mundial de la Salud habló de, haberse detectado, una enfermedad desconocida. Creaba serios problemas respiratorios.
En el trajinar apareció en Wuhan, en China, un trabajador del mercado, con dolores en todo el cuerpo, y su pérdida de gusto y también el olfato. Se iniciaba algo que vino para quedarse.
Tuvo otras variantes como se fueron conociendo. A Beta, en Sudáfrica en mayo del 2020. En la India en octubre se llamó Delta para luego, conocerse como Gamma. Hoy es Ómicron con una treintena de cambios.
Sea cual fuere el nombre, donde haya surgido una variante existe, un camino, con un final ya desinado: VACUNARSE.
Hay que VACUNARSE por obligación. Por derecho.
Por estos días Ómicron (nombre de la decimoquinta letra del alfabeto griego. Es la “o” del abecedario latino).
Hay mucha preocupación por su aparición y los expertos señalan su presencia con fiebre, dolores de garganta, extrema, elevado ritmo cardíaco, dolor muscular unos días y algo diferente no se pierde ni el gusto, ni el olfato.
Algunos especialistas señalan que Ómicron, con una gran preocupación en Europa, tendría un contagio más rápido que las variantes ya conocidas. Entre las muchas razones, ya existe, casi la seguridad, de tener una mayor facilidad, para transmitirse.
¿Las vacunas existentes podrían enfrentar la nueva variante? Los laboratorios señalan ya estar en esa ruta. Mínimo recomiendan esperar unos 150 días para llegar a lo tan ansiado, y esperado, en este momento.
Se pide seguir todas las recomendaciones sanitarias conocidas. Es muy importante la responsabilidad de cada uno de nosotros. A la Ómicron no le demos un metro.
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