Entre ajíes en un mercado: la historia del migrante ganador del Premio Nobel de Medicina

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Huaral Pe

David Julius estaba caminando por el pasillo de un supermercado lleno de salsas de ají cuando se dirigió a su esposa, también científica, y dijo que pensaba que era hora de finalmente descifrar la forma en que ciertos químicos causan la sensación de calor. «Bueno, entonces deberías ponerte manos a la obra», fue su respuesta.

Mientras tanto, Ardem Patapoutian se había sentido impulsado desde hace mucho tiempo a descubrir los olvidados misterios del tacto, que gobiernan todo, desde cómo discriminamos entre objetos y cómo nos sentimos cuando abrazamos a otra persona, hasta cómo nuestros cuerpos «saben» intuitivamente dónde están nuestras extremidades, sin mirarlas. 

Ambos biólogos moleculares estadounidenses ganaron el Premio Nobel de Medicina por sus innovadores avances, realizados de forma independiente a finales de la década de 1990 y en la de 2000, y que ahora se están orientando hacia el desarrollo de tratamientos, especialmente para el dolor. 

Julius, de la Universidad de California, en San Francisco, dijo a los periodistas que siempre le había fascinado cómo las personas interactúan con los productos naturales en su entorno y cómo ciertas plantas contienen irritantes químicos, como las especias.

Los ajíes

Investigaciones anteriores habían demostrado que la capsaicina es un importante activador de las neuronas involucradas en el dolor, pero el mecanismo subyacente no estaba claro. 

Julius descubrió en 1997 la proteína específica en la punta externa de los nervios sensoriales, responsable de la sensación de ardor de los ajíes, y descubrió que también respondía a las altas temperaturas. 

Luego recurrió a compuestos de mentol y menta para identificar «receptores» similares responsables del frío, y usó moléculas de wasabi para aprender sobre el dolor inflamatorio. 

«Me gusta hacer ciencia experimental porque puedes trabajar con las manos mientras también estás pensando, y eso te da la oportunidad de disfrutar realmente lo que estás haciendo día a día, casi como un hobby», dijo.

«Hay un momento en el que haces un descubrimiento, en el que eres la única persona en el planeta, o al menos crees que eres la única persona en el planeta que sabe la respuesta a una pregunta en particular, y ese es un momento realmente emocionante».

Se están preparando varios fármacos candidatos para detener el dolor crónico, pero hasta ahora se han enfrentado a efectos secundarios desafiantes. 

«Hay que caminar en esta línea de querer inhibir el dolor que es crónico (…) pero no eliminar la sensación de dolor que es protectora o aguda», dijo. 

El éxito de un inmigrante

Patapoutian, de Scripps Research, también hizo descubrimientos relacionados con la temperatura, pero sus investigaciones sobre la presión se destacaron aún más.

Específicamente, encontró dos genes responsables de convertir la presión en señales eléctricas a través de pruebas en células cultivadas en laboratorio. 

Fue un progreso minucioso al que se llegó eliminando un gen tras otro. «Después de trabajar en esto durante todo un año y obtener un resultado negativo tras otro, el candidato número 72 (…) eliminó esta capacidad», dijo en un evento de prensa.

Patapoutian, de origen armenio, que creció en un Líbano devastado por la guerra y llegó a Estados Unidos a los 18 años, reconoció que le resultaba difícil imaginar que llegaría el día en que ganaría un Nobel. 

Cuando el comité del Nobel intentó llamarlo a las 2H00 de la madrugada en California, su teléfono estaba en silencio. «De alguna manera se pusieron en contacto con mi padre de 94 años que vive en Los Ángeles, y supongo que incluso si tienes el teléfono en ‘No molestar’, tus contactos favoritos pueden llamarte», dijo, y agregó que era «muy momento especial».

Huaral Pe