Atados por el miedo y la necesidad

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Huaral Pe

Miedo y necesidad ata al que tiene y al que no tiene. Al que tiene, porque teme a perder lo logrado. Al que no tiene, porque teme a quedarse sin nada, incluso, sin su vida. Ambos, están vinculados por una necesidad compartida, que los hace codependientes de diverso modo. Uno, desde la condición del que posee. El otro, desde la situación del que carece. De ahí que el primero ejerza algún tipo de dominación sobre el segundo, fundado en el miedo a la muerte o la miseria. Todo esto es parte de la historia humana y desde siempre lo hemos sabido.

Vista desde el miedo y la necesidad, pareciera que la libertad fuese una quimera, un anhelo sobre el cual se suspira resignadamente sin llegar a tenerla. Es decir, se sabe o se intuye que esa autonomía existe, pero se la ve lejana desde la mirada del terror y de la carencia. Sin embargo, una vez que se descubre que hay otros que tienen diversos grados de libertad, alguno se pregunta “¿por qué ellos la disfrutan y no yo?”, “¿por qué ellos la poseen y yo no?”. En algunos, esa conciencia se transforma en indignación, frustración, en rabia contenida o desbordada. En otros, en motivación, en lucha, en movilización interior. Todo esto es parte de la historia humana y lo hemos visto de muchas maneras.

Pero, aunque se movilicen algunos interiores en pos de la libertad, está la situación objetiva de la carencia, y del miedo a la miseria y a la muerte, que suelen ser muy fuertes. De ahí que algunos por tener alguna cuota de libertad o de poder, estén dispuestos a traicionar a otros. Aceptando aquel “orden imaginado”, servían al amo para ayudarles a someter al siervo. Siendo sus intermediarios, podrían llegar a ser más crueles a fin de ganarse el favor del que tenía “la sartén por el mango”. La imagen del capataz de chacra, servil con el patrón y abusivo con sus iguales, ha sido descrita y representada por la literatura y el arte, y estudiada por la historia de forma descarnada. Esta imagen podríamos extrapolarla a un sinnúmero de situaciones similares, del ayer y de hoy.

“La necesidad tiene cara de hereje”, afirma el antiguo dicho. Es decir, en situaciones de extrema carencia se puede llegar a quebrar las fronteras de norma y de la moral. Esto ha sido corriente en nuestra historia. Y, para que ello no ocurra, para que el miedo y necesidad no domine las relaciones humanas, es preciso una situación en donde la justicia se convierta en el eje sobre el que se constituyen los vínculos entre nosotros. Si hay verdadera justicia, no el inhumano normativismo, el miedo a la miseria y el terror a la muerte que le sigue se diluyen porque hay una expectativa de genuina equidad que dignifica la vida. ¿Llegará el día en que el miedo y necesidad no aten nuestras relaciones? Esperemos que sí, por el bien de todos.

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Huaral Pe